RACCONTO. El 10 de marzo del 2020 se anunciaba la suspensión de clases y eventos masivos VOCES. Referentes de sectores hablan de lo que significó aquella decisión del Gobierno.
Un día antes. El 9 de marzo del 2020, el coronavirus (luego denominado Covid-19) estaba presente en más de 100 países. La noticia más estremecedora llegaba de Italia: Lombardía, ubicada en el norte de dicho país, reportaba una cifra de 133 muertos en un solo día.
La cantidad espantaba al resto del planeta, mientras la epidemia estaba a dos días de convertirse en pandemia. A nivel mundial la cifra de contagios era de 109.000. En Paraguay, desde los sanatorios privados anunciaban que estaban listos para lo que se venía.
“La realidad es que estamos preparados”, decía el presidente de la Asociación de Sanatorios y Hospitales Privados Javier Sosa Briganti. En noviembre de ese año Briganti, quien también hacía periodismo deportivo, falleció por complicaciones a causa del Covid, luego de estar internado tres semanas.
Entre la tarde noche del 10 de marzo del 2020, el Gobierno daba a conocer las primeras restricciones que en principio durarían 15 días.
Durante dicho tiempo, no habría clases en los niveles primarios y secundarios.
También se determinaba la cancelación de eventos públicos y privados de concurrencia masiva. Dentro de este rango se incluían conciertos, concentraciones electorales y concentraciones religiosas.
Los partidos de fútbol se debían realizar sin público. Dentro de la medida también se incluyeron las aglomeraciones en teatros, convenciones y cines.
Ese mismo día, el ministro de Salud Julio Mazzoleni confirmaba cinco casos en el país, durante su informe diario desde Twitter.
Las restricciones que arrancaron el 10 de marzo de 2020 dieron inicio a una corta cuarentena parcial. También permitieron el remarcaje de algunos productos, en particular tapabocas y alcohol en gel. Solo 10 días después se concretaría una cuarentena total. Ese mismo día se confirmaba el primer muerto a causa del virus en el país.
El encierro total empezaría a flexibilizarse recién a partir del 1 de mayo en un tiempo que se conoció como la cuarentena inteligente.
La decisión del Gobierno tomó por sorpresa a un país que empezaba a prepararse para enfrentar la pandemia. Pero también tuvo sus repercusiones en otros aspectos de la vida diaria, que se extenderán durante un buen tiempo.
Tareas pendientes
Al anunciarse la suspensión de las clases presenciales, más de un estudiante sonrió con cierta satisfacción. “Nos vemos en 15 días”, decían. Fueron casi 24 meses.
La virtualidad tuvo un costo alto en un país con históricas carencias en la educación. Sobre todo de niños y jóvenes, explica el experto en educación Ramón Corvalán.
“Fueron una serie de precariedades que hicieron difícil y en algunos casos imposible la educación virtual”, recuerda Corvalán.
El experto en educación se pregunta si se podrá recuperar todo el tiempo perdido a nivel educacional. Agregó que hasta ahora no hay un estudio detallado, sugerido por la relatora de los derechos de la educación, para conocer el impacto de la pandemia en esta área del país.
Considera que el mayor desliz del Ministerio de Educación fue haber lanzado la enseñanza virtual sin contar con la infraestructura necesaria para dicha finalidad.
A ello se sumó la falta de formación de los docentes que debían dar las clases en ese formato.
A partir de la vuelta a la presencialidad, Corvalán plantea que debe darse un tiempo necesario para preguntarse qué es educación.
“Todo nuestro sistema educativo está en crisis. En la escuela se debe enseñar a vivir aquello que se llama principios democráticos”, expresó.
Las restricciones apuntaron a preparar al sistema sanitario para lo que se vino después, recordó el doctor Hernán Martínez, viceministro de Salud Pública.
Contó que en la decisión de suspender actividades se tuvo en cuenta un precepto médico: Resguardar la vida de los pacientes.
“No hay mucho tiempo para dudar cuando se trata de salvar vidas”, recalcó. Sabíamos que iba a haber críticas y otros problemas”.
Otros, hasta el día de hoy, muestran su desaprobación por el encierro y las restricciones. Sobre todo el sector de los negocios gastronómicos.
Juan Grassi, vocero de dichos locales, mencionó que fueron pasos torpes que se llevaron adelante y que el Gobierno lo hizo todo de manera equivocada.
Uno de las decisiones que considera erradas tiene que ver con no garantizar el transporte público para quienes tenían que circular luego de las 20:00.
“Acá el Gobierno nos encerró para robarnos. Eso es algo imperdonable, es un Gobierno criminal. No olvido cómo mandaron a la muerte a muchas empresas”, recalcó Grassi.
La pandemia dejó al descubierto las carencias del sistema educativo y más aún para poder llevar adelante el sistema virtual de enseñanza. Ramón Corvalán, analista de educación.
Del otro lado sabíamos que iba a haber muchos problemas económicos, sociales, de salud mental. Pero era una decisión que se tenía que tomar. Hernvn Martínez, viceministro de Salud.
A dos años, seguimos golpeados, endeudados, algunos han quebrado. Son los platos rotos que debemos pagar no sabemos por cuánto tiempo más. Juan Grassi, referente gastronómico.