Más de 30 años pasaron desde la caída del régimen dictatorial de Alfredo Stroessner, pero las raíces de su sistema institucionalizado de corrupción no se logran cortar durante la transición democrática. Un modelo que deja graves secuelas al Paraguay.
La pandemia del Covid-19 desnuda, una vez más, los altos niveles de corrupción en el país con el equipamiento de hospitales a las apuradas, la compra de insumos médicos con sobrecostos, así como un paupérrimo sistema de transporte público y la vergonzosa vacunación vip.
Son algunas muestras de cómo se viene manejando el aparato estatal en los últimos años o décadas, sin un desarrollo real, con licitaciones dudosas, con personas “avivadas” y con una cultura centrada en el beneficio propio, del amigo, pariente o allegado.
Costumbres que se vienen fortaleciendo desde hace más de medio siglo y que hoy en día se normalizan. “Somos nomás luego un país corrupto”, se asume con un sentido de resignación ante escandalosos hechos que salen a la luz pública y gozan de impunidad en muchos casos.
La corrupción sistémica en Paraguay —afecta a todos los niveles del Estado— dio lugar a las deudas históricas y que son reconocidas por los presidentes de turno, al recordar el déficit en la atención a la salud, la educación y al campesinado, sin que se avizoren vientos de cambio.
Cuando el Covid-19 llegó al país apenas se contaba con 305 camas de Terapia Intensiva para 7 millones de habitantes, lo que representa un promedio de 0,8 por cada mil personas, muy lejos de las 8 recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Si se habla de educación, Paraguay solo destina un 3,7% del producto interno bruto (PIB) y es uno de los que menos invierte en esta área en la región. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) recomienda entre 7 a 9,8% al 2030.
Mientras tanto, el sector campesinado realiza hace más de 20 años una marcha anual por el microcentro capitalino para exigir la reforma agraria. Tierras que debían ser destinadas a ese programa estatal fueron distribuidas de manera irregular.
El sistema judicial es otro de los puntos flacos en el país con mano dura para los más pobres y condescendiente con los más poderosos. Según un informe del Ministerio de Justicia, de 10.238 procesados que están en las cárceles, apenas 4.000 tienen una condena definida.
El camino de la corrupción en Paraguay
El historiador Herib Caballero señala que la corrupción en el país se remonta incluso a la época de los colonizadores españoles, cuando los gobernadores ya realizaban cierto tipo de contrabando.
Una vez lograda la Independencia de Paraguay en 1811, el doctor José Gaspar Rodríguez de Francia asume las riendas del país, primero como dictador temporal y luego nombrado como dictador perpetuo. Ocupa el máximo cargo hasta su muerte en 1840.
“Francia no era corrupto, a él no le interesaba el dinero, solo quería poder”, describe la socióloga Milda Rivarola y agrega que vestigios de corrupción nuevamente se tienen con los gobiernos de Carlos Antonio López y Francisco Solano López, entre 1844 y 1870.
En ese periodo se produce la Guerra de la Triple Alianza con un desenlace fatal para el país, tanto en lo demográfico como en lo económico. Paraguay logra sobrevivir a los embates de un cruel conflicto bélico y enfrenta el duro periodo de reconstrucción.
El renacimiento con inestabilidad política
Los siguientes gobiernos, tanto liberales como colorados, heredan una administración pequeña, sin muchas instituciones públicas y con pocos funcionarios. “No podía haber una corrupción a gran escala en ese tiempo”, afirma Rivarola.
Como ejemplo menciona que los discursos presidenciales de la época ante el Congreso se limitaban a precisar la cantidad de correos, cartas o telegramas ingresados o enviados, al ser una de las pocas fuentes de ingreso junto con los impuestos por la importación de productos.
Durante ese periodo, en las primeras décadas de 1900, también se suma una inestabilidad política con conspiraciones, golpes de estado y levantamientos armados que provocan guerras civiles. En las primeras dos décadas y media se tienen un total de 16 presidentes.
A mediados de la década de 1920 sobresale la figura del liberal Eligio Ayala, considerado uno de los más ilustres estadistas del país. Bajo su administración se ejecutan grandes reformas políticas, económicas y educativas para superar la crisis existente en esa época.
El liberal Eligio Ayala es considerado uno de los mejores gobernantes que tuvo Paraguay.
También se le atribuye un importante papel para el fortalecimiento del Ejército Paraguayo durante su mandato entre 1924 y 1928. Esa preparación previa favorece, posteriormente, para encarar la Guerra del Chaco entre 1932 y 1935.
Esta contienda bélica significa otro periodo de cambio a nivel político. Si bien Eusebio Ayala es calificado como “el presidente de la victoria” y se resalta su política durante el conflicto armado, termina sufriendo un golpe de estado como fruto de los problemas económicos de la guerra.
“Después de la Guerra del Chaco suben los militares al poder, ellos son Rafael Franco (1936-1937), José Félix Estigarribia (1939 -1940) e Higinio Morínigo (1940-1948). Ellos eran autoritarios, represivos, pero no eran corruptos”, afirma la socióloga Milda Rivarola.
Y sobre los tres agrega que tenían como ideal “salvar al país” de los gobiernos liberales anteriores porque los consideraban corruptos. Morínigo, incluso, llega a prohibir los partidos políticos al inicio de su mandato y luego lleva al país a la Guerra Civil de 1947.
La corrupción se fortalece con el Partido Colorado
La primera mitad del gobierno de Higinio Morínigo se caracteriza por las revueltas estudiantiles y las huelgas generales de trabajadores ante la coerción de las libertades. Esos primeros años tumultuosos lo obliga a cambiar y decide formar un gobierno de coalición.
“Con Morínigo se creó la Flota Mercante del Estado, el Instituto de Previsión Social (IPS) y varios organismos de Estado que no había antes. El Estado crece mucho durante el gobierno de Morínigo. Ahí es cuando verdaderamente comienza la corrupción”, señala Rivarola.
A la administración de Morínigo se suman el Partido Colorado y la Concentración Revolucionaria Febrerista. Sin embargo, ese intento de unión no logra dar frutos por la falta de acuerdo en la distribución de cargos e instituciones.
El mandatario se inclina por fortalecer sus lazos con los colorados y ante esa situación los febreristas deciden renunciar y formar otra coalición con el Partido Liberal y el Partido Comunista Paraguayo para enfrentar al Gobierno.
Así se origina la Guerra Civil de 1947, con dos bandos y la división de los militares. Los colorados juegan un papel fundamental para salir vencedores, hasta utilizando a la población en situación de pobreza, y los derrotados toman el camino del exilio.
Morínigo, finalmente, termina derrocado y a partir de ese momento comienza la hegemonía del Partido Colorado en Paraguay, con una interna que posiciona a varios presidentes en un periodo corto de tiempo, entre ellos a Natalicio González y Federico Chávez.
«Con Morínigo y, sobre todo, con Natalicio González se le echa a todos los funcionarios y se declara vacío todos los cargos públicos donde todavía no había colorados. Con una simple disposición, el aparato estatal se llena de colorados”, recuerda Milda Rivarola.
Durante ese periodo, que es previo al gobierno de Alfredo Stroessner, se establece que todo funcionario público y militares tienen como obligación afiliarse a la Asociación Nacional Republicana (ANR).
“La administración de Chávez tiene fama de ser muy corrupto, sobre todo, de los ministros colorados que entran con él”, menciona la socióloga. Los niveles de corrupción van en aumento hasta pasar a un siguiente nivel bajo el régimen de Stroessner.
La institucionalización de la corrupción con Stroessner
“La corrupción existió desde tiempo de los españoles, pero con Alfredo Stroessner se institucionaliza en Paraguay”, señala en forma clara el historiador Herib Caballero. Ese modelo de gobierno lo utiliza para lograr fidelidad y mantenerse en el poder por 35 años.
El general Stroessner llega a ocupar el máximo cargo luego de realizar un golpe de Estado al gobierno de su correligionario Federico Chávez. Para darle legitimidad, primero asume la Presidencia Tomás Romero Pereira, quien convoca a elecciones en las que Stroessner es candidato único.
Caballero menciona que en los primeros años se dedicó a “acallar las voces opositoras”, incluso de los que estaban dentro del Partido Colorado. Es así que logra diezmar las fuerzas de los militares contrarios, del movimiento obrero y de los estudiantes.
“Stroessner se vende como un militar incorrupto, héroe de la Guerra del Chaco, que venía a poner orden, pero se da cuenta que no podía gobernar sin el Partido Colorado y sin la corrupción que había en el Partido Colorado”, agrega Milda Rivarola.
Herib Caballero destaca como un punto importante el control de la corrupción que logra tener Stroessner, otorgando ciertos privilegios ilícitos a los militares y a su círculo más allegado para lucrar, principalmente, con el contrabando.
A los militares les favorece bajando el tributo para la importación de vehículos y, además, comienza a distribuir de manera irregular las tierras que debían ser destinadas a la reforma agraria. Así nacen los grandes latifundistas en el país en desmedro de los campesinos.
La Comisión Verdad y Justicia, que investigó las violaciones de derechos humanos durante el régimen stronista, menciona en su informe final que durante esa época se adjudican casi 8 millones (7.851.295) hectáreas “con graves irregularidades a la legislación agraria”.
El prebendarismo y el clientelismo estatal también se fortalecen con el establecimiento de la afiliación colorada como requisito obligatorio para acceder a un cargo público.
Tanto Milda Rivarola como Herib Caballero destacan que la construcción de la represa de Itaipú marca un momento trascendental durante el gobierno de Strossner. Ambos señalan que durante la etapa de obras ingresa mucho dinero al país.
“Lo que Stroessner hizo ahí fue favorecer a empresarios con contratos y licitaciones millonarias”, dice Rivarola. Sin embargo, una vez puesta en funcionamiento la hidroeléctrica esos recursos disminuyeron. “El país no se preparó en ese tiempo”, señala Caballero.
En la década de 1980 el país entra en una crisis económica y se produce un quiebre dentro del Partido Colorado. “El reparto terminó y Stroessner empieza a perder poder. Ya se le descontrola ese manejo de la corrupción que tenía”, refiere la socióloga.
Es así que su gobierno termina derrocado con el golpe de Estado ejecutado en 1989, poniendo fin a la dictadura más larga en la historia de Sudamérica. Con su salida inicia una nueva época para el Paraguay: la transición democrática.
La descentralización de la corrupción en la era democrática
Pese a la elaboración de una nueva Constitución Nacional y la democratización del Estado, los vicios de la dictadura stronista permanecen en cuanto a corrupción se refiere. Desde fraudes electorales hasta el mal manejo de la cosa pública.
Las intendencias pasaron a ser autónomas y los recursos comienzan a distribuirse para la administración de cada municipio. Así la corrupción hace metástasis en todas las ciudades del país, con denuncias de malversación, enriquecimiento ilícito o lesión de confianza.
Muchos de los recursos destinados a diversos fines en los municipios comienzan a utilizarse para campañas políticas, pago de operadores políticos y los gastos rígidos aumentan considerablemente con la contratación de funcionarios como favores políticos.
Desde el año 2012, los municipios y gobernaciones comienzan a recibir mayor cantidad de dinero a través de la ley que crea el Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide) y el 50% debe destinarse a obras de infraestructura en educación.
Sin embargo, la realidad fue otra. A inicios de 2019 se presenta un informe revelando que el 65% de las instituciones educativas públicas del país están en mal estado. Además, se detectan casi 500 aulas con peligro de derrumbe. Un problema que se repite cada inicio de periodo lectivo.
Los niveles de corrupción aumentan considerablemente en el periodo democrático a tal punto de ubicar al país entre los peores a nivel mundial desde hace dos décadas atrás, según los informes anuales de la organización Transparencia internacional.
“Los sucesores gobiernos (después de la dictadura) ven como trofeo las victorias en elecciones y utilizan el aparato estatal como botín”, describe el historiador Herib Caballero al ser consultado sobre las debilidades de la transición democrática.
Sobre este periodo, Milda Rivarola menciona que la corrupción, que anteriormente era controlada exclusivamente por Stroessner, se descentraliza y los actos irregulares ya no son solamente atribuidos a los mandos altos.
«Hoy el policía es peajero, el secretario del fiscal es coimero, cualquiera con un carguito ya es corrupto por su lado”, expresa. Además, hace hincapié en los “apoyos políticos” para ingresar a la función pública que después deben ser recompensados.
Ya son más de 30 años de democracia con ocho diferentes gobiernos, siete colorados y con apenas una alternancia. Un tiempo donde la ciudadanía exige mejores resultados y demuestra cansancio hacia la clase política.
“Se construyó mal el Estado posstronista, hay corrupción en otros países, pero se tiene un sistema jurídico que cuando lo detecta castiga y mal. La corrupción es una debilidad humana, pero cuando hay instituciones firmes se frena. En Paraguay no sucede eso”, señala Rivarola.
Ministros, legisladores y otras autoridades públicas fueron procesados a lo largo de estos años por enriquecimiento ilícito, lesión de confianza, producción de documentos no auténticos, entre otras figuras. Sin embargo, muy pocos obtuvieron condenas.
La estructura judicial, sujeta al poder político, “permite seguir siendo corrupto” y da “impunidad” ante hechos irregulares, remarca Rivarola y concluye que la política paraguaya no está construida para una república, sino más bien para defender a los partidos políticos y a los «gremios de élite”.
FUENTE: ULTIMA HORA