La homilía de la misa central del cuarto día del novenario en Caacupé estuvo a cargo de monseñor Miguel Angel Cabello, obispo de Concepción, quien abordó temas sociales y además de introspección personal.
“Orar con la Palabra de Dios” fue el tema de la misa en la Basílica de Caacupé, a cargo de monseñor Miguel Angel Cabello, obispo de Concepción.
En su homilía, sostuvo que se debe leer atentamente el texto bíblico, meditar en silencio, orar, contemplar a Cristo y luego llevarlo a la acción. “Contemplando a Cristo me llevará necesariamente a descubrirlo en los pobres y marginados, que mucho nos hace falta hoy. Por ejemplo: que pueda verlos en los indígenas pisoteados en sus derechos humanos, desalojados con violencia de sus tierras. Contemplando a Cristo, podré reconocerlo en los campesinos abandonados a su suerte, expulsados forzadamente del campo y obligados a vivir como mendigos en la ciudad. Si contemplamos de verdad a Cristo, podremos reconocerlo también en las mujeres maltratadas, en las víctimas de abuso y violación; en los niños sin educación, sin salud, sin un cálido hogar. Contemplando a Cristo, puedo también descubrirlo en las personas sin empleo, en los jóvenes sin estudio y sin trabajo, en los enfermos, ancianos y ancianas, etc.”, indicó.
El religioso señaló además que la violencia en los hogares y en la sociedad, la corrupción en las instituciones, la delincuencia en la calle, la ambición desmedida y la búsqueda del enriquecimiento a toda costa, la práctica del fraude y del robo, tienen en gran medida su raíz en una población que no cree en Dios, no le reza o lo hace mal.
“La oración con la Palabra de Dios debe llevar al creyente a convertirse en don para los demás, a poner en íntima relación la Palabra y la vida; debe llevar a vivir el amor a los demás, porque el que conoce y ama a Dios, debe amar también a su hermano, decía el Evangelista Juan en su carta. Por eso, si uno dice que conoce y ama a Dios, pero no ama a su semejante, Dios mismo le dirá: ‘¡Qué mentiroso sos!’”, agregó.