Bajo el título, los Hombres políticos del Paraguay fue elaborado un reporte sobre «Los hombres del gobierno y los hombres de la oposición». Hace 150 años fue redactado este informe del orden confidencial sobre el perfil de los principales hombres del gobierno apenas finalizada la Guerra en 1870.
Generalmente este tipo de documentos es consultable luego de sesenta a setenta años, pasados los acontecimientos y según del tema del que trata. Hay que tener en cuenta que los informes tienen estrecha relación con el contexto de la época en que se desarrollan los hechos, las costumbres del momento y la mentalidad. A cada uno su verdad, a cada uno sus convicciones. Los hombres forman parte de la historia del Paraguay.
El primer hombre que se presenta es Salvador Jovellanos, y expresa lo siguiente: Vicepresidente, jefe del Poder Ejecutivo, tras la dimisión de Cirilo Antonio Rivarola. Tiene unos 35 años. Durante siete años en Buenos Aires ha sido el guardia de aduanas más joven con un salario de 25 pesos al mes. Está totalmente dominado por el ministro del Interior, el Sr. Benigno Ferreira, uno de los hombres más mezquinos del Paraguay. Siempre ha tenido asesinos profesionales para forzar las elecciones y vengarse de sus adversarios políticos. La elección del Sr. Jovellanos costó la vida a varias personas. Hace unos meses, el presidente y Ferreira intentaron que el senador Juan Brizuela, que se había opuesto a él, fuera golpeado con un palo, pero solo pudo escapar tras recibir una fuerte paliza, quedando gravemente herido. Un centinela paraguayo, frente al cual se cometió el ataque, se quedó con el arma desenfundada y no hizo nada. El presidente es ignorante y poco inteligente.
Se asegura que la señora Jovellanos ha estado trabajando como chica pública en Buenos Aires en una casa cuya calle y número se indican, y no está casada con el presidente. El hombre que dirige el presidente y el gobierno es Ferreira, ministro, actualmente a cargo del Interior, Justicia y Cultos. En lugar de vivir en la casa de los ministros, como sus colegas, tiene su oficina en la casa de gobierno, para que nadie pueda llegar a la presidencia sin su conocimiento. Aunque solo tiene 28 años, a pesar de su comportamiento amable, se le considera uno de los adversarios más peligrosos de Paraguay, por su mezquindad y la violencia de sus acciones. Es el que recluta a los asesinos para los actos malvados y asesora al presidente. Como capitán del puerto, hizo que un francés se sometiera a la tortura de las cuatro estacas, que consiste en suspender a un hombre por las muñecas y los tobillos. Cuando Saqui (Sachi), el asesino de Edmond Berchon des Essarts y Mendisco fue detenido, tenía en su poder 500 pesos en oro que le había entregado el Sr. Ferreira, como pago por sus últimos crímenes. Entre los hombres al servicio del ministro del Interior, lamentamos mencionar a un francés que hizo matar a dos hombres en un momento de la elección y a la vista de todos, y que, lejos de preocuparse, es por el contrario protegido por el gobierno que le da trabajo. Ferreira odia a los extranjeros. Muchos piensan que fue él quien mandó asesinar a Berchon des Essarts para apoderarse de los importantes papeles (de Madame Lynch) que este tenía en su poder y que, el cónsul francés (Paul d’Abzac) pudo salvar, no sin dificultad.
El ministro de Asuntos Exteriores, José Falcón, siempre ha sido muy implacable con los europeos. Fue el verdugo más cruel de López. Se dice que hizo fusilar a su cuñada porque se negó a convertirse en su amante. Vive en concubinato. Ha cometido muchos otros delitos, aunque quiere aparentar ser una excepción.
El ministro de Guerra y Marina, Eduardo Aramburu, es encargado ad ínterim de Finanzas, es bastante querido. Protege a los extranjeros, pero está en las peores condiciones con su colega Benigno Ferreira, al que los periódicos acusan de despilfarrar los fondos del Estado.
El ministro de Justicia, Instrucción Pública y Culto, Carlos Loizaga, actualmente en misión diplomática en el Plata, es considerado un hombre bastante inofensivo, pero es uno de los más cuestionados del Gobierno.
El ex ministro de Hacienda, Pedro Recalde, ha provocado tal escándalo con sus abusos y robos que el Gobierno ha tenido que despedirlo para satisfacer un poco a la opinión pública. La situación no parece pesarle, ya que lidera las carreras de caballos y las peleas de gallos, que son la pasión de este país. Ha hecho una apuesta con un argentino, que luego se convirtió en su cuñado, por contratos de suministro absolutamente escandalosos. Entre otras prácticas financieras, cuando los empleados del gobierno venían a presentarle sus facturas, se les devolvían diciéndoles que la tesorería no tenía dinero y les instaban a acudir a uno de sus familiares, que les descontaba las facturas. Este último tomaría el vale de saldo, haría que, el empleado volviera al día siguiente, iría al Sr. Recalde a recoger el dinero y se lo daría al empleado con un descuento del 20 al 40%. Recalde se lleva la mayor parte del león (del dinero).
El general Francisco Isidoro Resquín es inspector del ejército, fue uno de los más crueles verdugos de López. Lo que hizo a la gente es inimaginable.
El coronel Francisco Wisner de Morgenstern, refugiado húngaro, jefe del Servicio de Inmigración (la Oficina de la Inmigración fue creada en 1872, a su cargo). Era el amigo íntimo y confidente de López. Se suponía que debía hacer compañía a Madame Lynch y vigilarla. Fue él quien permitió que los brasileños mataran a López vendiendo al Conde D’Eu el secreto de la ruta que había tomado. Por otra parte, especula con los inmigrantes de la manera más escandalosa.
Los hombres de la oposición
Cirilo A. Rivarola, ex presidente de la república, ha mandado matar a gente en las elecciones y en la política en general. Robó todo lo que pudo. Saqui (Sachi) (italiano), estaba a su servicio, así como un hombre llamado Antonio Pecci, también italiano; a quien el cónsul francés había mantenido en prisión por haber intentado matar a un francés con un revólver, y también muchos otros, en particular el llamado Domech, un francés que vive en la banda oriental y que viene de vez en cuando a refugiarse en Paraguay. Hace algún tiempo, C. Rivarola, con la ayuda de sus hombres, organizó una conspiración para secuestrar al presidente y ocupar su lugar. El plan fracasó porque el veneno que Saqui (Sachi) había hecho tomar a los guardias del presidente para dormirlos o matarlos no funcionó y solo los enfermó.
Juan B. Gill, presidente del Senado, es el hombre de Brasil, que quiere volver a ponerlo en el poder. Fue exiliado tras fracasar en su intento de dar un golpe de Estado. Hizo arrestar al jefe del Poder Ejecutivo, el Sr. Jovellanos, para ocupar su lugar, pero se olvidó de hacerlo vigilar y él, a su vez, lo hizo arrestar, tras lo cual fue desterrado. Hizo matar a gente en las elecciones y siempre tuvo asesinos a sueldo, su hombre fue especialmente ese Antonio Pecci, mencionado anteriormente. No se contentó con recibir mucho dinero del Tesoro para comprar a diputados y senadores, y fue él quien dilapidó casi todos los fondos del primer préstamo de un millón de libras esterlinas realizado en Londres. Como administrador de los Ferrocarriles del Estado, el Sr. Gill robó todos los ingresos, cuando los trabajadores vinieron a reclamar los salarios atrasados, los recibió con una pistola en la mano y los amenazó con la cárcel.
El general Bernardino Caballero fue uno de los oficiales más valientes y capaces de López. Goza de cierto prestigio que sus amigos políticos explotan; por lo demás, es ignorante. El Sr. Caballero es un hombre honesto y nunca ha conocido el asesinato.
El Sr. Cándido Bareiro, antiguo ministro (diplomático) de López en París y Londres, sueña con reiniciar el gobierno de López y con expulsar a los extranjeros. No es capaz de llegar al poder, porque incluso sus compatriotas lo consideran falto de cerebro. Es muy ligero, muy vanidoso, y adicto a la embriaguez.
El coronel Serrano y el comandante Godoy, los dos hombres de la oposición, manipulaban a centenares de personas de todas las edades y sexos, unas veces por orden de López, otras por su cuenta particular.
El padre Fidel Maíz, el hombre más capaz del clero paraguayo, era el amigo íntimo de López. El obispo de la Asunción, celoso de él, lo hizo encarcelar por el presidente, quien, después de haberlo tratado cruelmente, lo liberó y lo convirtió en uno de sus consejeros. A su vez, el padre Maíz mandó encarcelar al obispo, y luego lo mataron con una lanza, como se hacía a menudo para ahorrar munición.
El padre Eduardo, uno de los espías de López, fue uno de los que, amenazándoles con la venganza del cielo, arrebató a los moribundos sus secretos y los de sus familias, haciéndoles nombrar hasta las cosas más insignificantes que sus parientes pudieran haber dicho contra López o simplemente sobre la situación del país. No hacía mucha falta para ser condenado a la cárcel, o a la confiscación, y la mayoría de las veces ser fusilado después.
Por último, el senador Juan Brizuela, conocido aquí como el “temible”. Entre otros asesinatos, mandó matar a sus dos cuñados. Es el que el presidente y el ministro del Interior querían hacer desaparecer hace tiempo. Si llega al poder, es probable que haga matar al Sr. Ferreira, si no escapa a tiempo. Hay que decir que el señor Brizuela, que fue cónsul de López en Buenos Aires, protege a los extranjeros y les tiene bastante cariño.
Annexe à la dépêche du Consulat de France à l’Assomption, le 18 octobre,1872, Vicomte Paul d’Abzac, Archives diplomatiques, Paris. (redactado en francés).
María Victoria Benítez Martínez
Historia y Civilizaciones – Université de París, Paris – Francia